Dos horas después, entra el ánima en pena que vaga por las oficinas, sin embargo, a su paso deja una estela de aroma que me erizó la piel, me puso nerviosa y no pude mirarla a la cara...
Después de tan aventurada confesión, me puse a averiguar la influencia del sentido del olfato en el proceso
Ahora mis opciones se reducen, me resigno a vivir engripada o con la nariz congestionada, aguanto la respiración cada vez que el ánima entre o me dejo embriagar por su aroma, que produce reacciones hasta ahora olvidadas en mi. En lo que decido que hacer, juro, por el osito bimbo, que a mi próxima novia le comprare un tambo de ese perfume, esperando lograr el mismo efecto... juro que a las 8 a.m. no me caía bien, pero dos horas después no pude quitarla de mi mente.