lunes, 29 de junio de 2015

Me quiero casar





“Arroz con leche me quiero casar, Con una señorita de San Nicolás… Con esta sí, con esta no, con esta señorita me caso yo…” Hace cosa de 25 años cantaba esta canción infantil con un ánimo desbordado, que curiosa la vida cuando yo comencé a soñar mi boda, con una mujer…
El debate esta abierto, pero más allá de cualquier designio divino o modificación de la ley, sigo siendo aquella niña que sueña con su boda, que tiene la esperanza de encontrar esa mujer que comparta conmigo el resto de mi vida, en la salud y la enfermedad, en las buenas, las malas y las peores.
Me quiero casar, ponerme un lindo traje, bailar Strangers in the night, partir pastel, brindar, mi sesión de fotos, compartir votos y argollas, entrar orgullosa de la mano de mi esposa, compartir con mis amigos y mi familia la felicidad que me embarga. Quiero tener mis damas de honor, despedida de soltera, la cruda del siguiente día, pero sobre todo el nervio de ver caminar hacia mi, a la mujer con la que quiero despertar cada día.
Quiero casarme y que alguno de mis hermanos diga un discurso conmovedor, quiero una luna de miel, un seguro médico, pagar el coche juntas, que me pueda visitar mi esposa si vuelvo a resbalarme un día lluvioso y voy a dar al hospital. Quiero casarme, tener una hipoteca en conjunto, que mi seguro de vida proteja a mi esposa, que herede mis películas de Audrey Hepburn y mis libros de cocina (aunque no sepa cocinar). 
Me quiero casar y arrojar el ramo a las que queden solteras(os), quiero la bendición de mi madre y las sonrisas (y carrilla) de mis hermanos, quiero que mi familia política vea en mi un miembro más de su familia y que a mi esposa, la respeten y le den su lugar como la pobre alma que me soportará hasta que la muerte nos separe…
Quiero casarme, tomar de la mano a mi esposa y caminar una al lado de otra en este camino de altas y bajas que es la vida, quiero casarme e invitar a todos, sólo por el gusto de compartirles mi felicidad.

Quiero casarme, no por moda, no por capricho, no por llevar contra, quiero casarme porque ha sido mi sueño desde que era niña, porque quiero compartir mi vida con la mujer que amo, por eso quiero casarme o ¿acaso no tengo derecho?
Vuelvo un año después, ya en mis 30,  con nuevos bríos y un poco de mejor humor...