lunes, 30 de enero de 2012

Leyendo...

"Es tonto el que presta un libro, y más tonto aquel que lo regresa" este dicho conocido por muchos, me fue aplicado de manera alevosa con mi novela favorita "El amor en los tiempos del cólera" de García Márquez, así que después de quedar desprovista por algunos años de dicha obra, tuve la oportunidad de adquirirla de nuevo, aunque el empastado y la portada ya no son, ni serán, como los de antaño. Me dispuse entonces a releerlo, por quinta vez, con las manos inquietas, los ojos iluminados y el corazón hecho un paño.
La primera vez, fue hace ya 12 años, una adolescente inquieta, se encuentra con un libro fascinante, por medio del cual encuentra formas de amar, de aplicar aquella paciencia inacabable, pero sobre todo, de describir aquello que en su momento parecía tan ajeno a sí misma. Fue la muestra escrita de que el amor dura toda la vida, de que el amor esperará su momento y que aquel momento en el que se materialice, puede durar toda la vida.
Transcurren los años, las relaciones, aquellos momentos que entre llantos, se convierten en experiencias, retomas aquel libro adolescente y parece, en aquel momento, darte respuestas, cual manual de las acciones y reacciones propias del sujeto enamorado, qué decir, qué hacer, cómo describir aquello a lo que no parece tener palabras.
Ahora, 12 años después, parece una narrativa no sólo conocida, sino vívida, un reflejo de lo que la vida nos pone enfrente, sin  vivir en aquella ciudad mágica, pero sintiendo aquel calor húmedo, penetrante e insoportable del que ama...
Este libro, aparte de ser, desde mi perspectiva, la obra maestra de García Márquez, es para quienes gustan de una narrativa descriptiva, ese realismo mágico que te hace oler, sentir y transportarte, andar en carruaje, entre calles llenas de fango, vestidos con vuelo y bigotes engomados. Pero más allá, este libro es una oda al amor, a aquello que pasa una sola vez en la vida, que cuando sucede te marca, te cambia la perspectiva, te corta la respiración y hace que, cada instante vivido antes, haya valido la pena; este libro es para los enamorados, que correspondidos o no, nos a alimentamos día a día de él y vivimos con la esperanza de que en algún momento, lleguemos a experimentarlo en todo su esplendor.
Esa es la magia de la literatura, aquellas letras que, conforme pasan los años, le vas dando otro sentido, porque ahora te antecede la experiencia, porque ahora sólo deseas vivir en aquella casa, tomando el té de media tarde, caminar por calles llenas de gente, de la mano de quien hace de tu vida, algo mejor cada día.
Parafraseando al gran Gabo, esto es, para mi Diosa Coronada...

miércoles, 11 de enero de 2012

Te arriesgas??

¿No les ha pasado? Que un buen día, sin esperar nada, entre tus amigos, en una fiesta o en un café, te presentan a una persona, con una sonrisa agradable saludas, tal vez cruzan un par de palabras o se pongan a charlar largo y tendido, pero sin entrar en detalles, hablan sobre el clima, la fiesta, lo bueno de la bebida o el café, y así queda. Pasan los días y de una forma u otra, sea el destino, los amigos o las mañas siguen en contacto; empieza tal vez con un mensaje: "hola que tal" ó "me dio gusto conocerte", a partir de ahi la comunicación se vuelve constante y pasamos de una frase, a charlas inacabables  al grado de volverse necesaria su presencia
Por un momento te invade el miedo, quieres dejarlo atrás y prefieres pasar de largo y decir esto no sucedió, pero hay algo muy poderoso que te hace intentarlo: Sanz lo llama la fuerza del corazón; Mecano la fuera del destino; Aristóteles le llamaba destino y los románticos le llamamos amor.
Sin mas, te paras a la orilla del barranco y decides saltar, con la esperanza se que no caerás, porque tomarás su mano y volarán; desaparece el miedo, la vez a los ojos, no razonas, no es necesario, porque esta vez manda el corazón...
Pasa el tiempo y mas que arrepentirte reafirmas que tomaste una buena decisión, festejan el primer mes llenos de alegría y con los detalles, con la escena; ese mes se convierte en un año; donde la vida sigue, pero juntos.
un buen día, abres los ojos y te das cuenta que pensar en ella, que despertar y mandar los mensajes, que despertar y escucharla o verla, es lo que quieres para el resto de tu vida y te vuelve a invadir el miedo... y si fuera ella?
Pero ya te arriesgaste una vez, la segunda es mucho mas sencilla, así que vas, compras un anillo, organizas una recepción inigualable y te postras a sus pies para decirle lo maravillosa que es la vida a su lado; porque podrías estar solo (el hombre nace y muere solo) pero ya no quieres estar sin ella...
Así es esto del amor, es cuestión de arriesgarse, de arriesgarse para ganar, que el miedo que sentimos en un momento se convierta en el valor que nos impulse para seguir adelante, ese momento donde la certeza pasa a segundo plano y te dejas llevar a lo que parece loco pero que en el fondo sabrás que vale la pena, no hoy ni mañana, sino el resto de tus días...
Esto va dedicado a aquellos que se han arriesgado y es una invitación para quienes están a la orilla del barranco, anda, toma mi mano, no te dejaré caer...