miércoles, 8 de febrero de 2012

L'amour

Esto de las relaciones, más que facilitarse con los años, se vuelve más complejo. ¿Acaso no era más sencillo sólo tomarse de la mano? ó ¿tal vez soñar y ver atardeceres? Recuerdo jugar a las escondidas en pareja, con el mero pretexto de elegir a quien te gustaba y propiciar un "encuentro cercano del tercer tipo", rozar su mano, guardar su aroma y contener la respiración, para hacer de ese momento un recuerdo eterno.
Pero no, creces, con ello las hormonas, las necesidades físicas, confundes el amor con éstas, te alocas, vuelves a tus cabales, crees que has crecido, que tomarás las cosas de forma madura y vienen a ti un sinfin de relaciones, una parecida a la anterior, donde sólo cambia el nombre, porque sabes que te atrae el mismo tipo neurótico o histérico de persona que es medio compatible a ti.
Así trascurren los años, hasta que, por obra y gracia divina, conoces a una persona cuyas características físicas te atraen, por lo que te acercas, charlan, y te das cuenta que su forma de ser, las cosas que cuenta, las experiencias y sueños, son compatibles con los tuyos y crees que el amor ha llegado, por fin! después de noches de juerga, citas a ciegas, chat nocturnos, personas con bonita letra, etc. has encontrado a la persona que su simple presencia, te llena...
Pero el destino no es tan simple, ¿acaso crees que dios no tiene un tablero de damas chinas con nosotros? lo divertido es saber que aquella persona no está sola, que ya comparte su tiempo con alguien más, vuelvas a mirar al cielo, le recuerdas a Jesús que su madre es la Virgen María y tratas de asimilar que, el reloj del amor, lo traes mal sincronizado y te dispones a adaptarte a la idea, dejar pasar el tiempo para que la arena de ambos relojes caigan, grano a grano, de forma sincronizada y perfecta, mientras esto sucede, ¿qué hacer? esperar como la loca de San Blas, o que mejor que Penélope con un bolso de piel marrón y zapatos de tacón? iré por el mundo como Florentino Ariza y volveré más de cincuenta años después?
El tiempo es sabio y la paciencia será premiada, lo mejor, creo yo, es tratar de seguir adelante, con la idea de que "las piedras rodando se encuentran", pero sin olvidar que somos dueños de nuestro destino y como diría San Freud, las casualidades no existen, nosotros las provocamos... Pongamos manos a la obra y ayudemos al destino.

1 comentario:

  1. Creo que diste con el clavo. Quizá nos la tomamos muy en serio, o le ponemos más neuronas a lo que solamente debe llevar corazonadas.

    La cosa es de que al final uno no queda contento, porque si te la tomas light eres "la facilota" y si te la piensas mucho eres "la persignada". Y si le quitaramos el sexo a esta ecuación, nos quedaría "la indecisa" y "la miedosa" respectivamente.

    El punto es que no importa donde se pare uno, siempre habrá inconformidades. ¿Será que lo importante es el viaje y no el destino?

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